29 de enero de 2011

No hace falta que me digais eso de que perdeis la cabeza con eso de sus caderas ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, y esas maneras. Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo, y a la mierda con tu autodestrucción. Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor, es un cuento que me sé desde el día en que me dio dos besos y me dijo su nombre. No sabes lo que es despertarse y que ella se revuelva y bostece y luego te abrace y luego no sepas como deshacerte de todo el mundo. Así que supondrás que soy el primero que entiende que pierdas la cabeza por sus piernas, el sentido por sus palabras y los huevos, por un mínimo roce de mejilla. Las incomodidades de orgullo que puedan provocarte son algo con lo que ya cuento. Que sé cómo agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro, en formato gemido y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices y el sitio en el que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría. Que yo también me he memorizado su número de teléfono, pero también el número de sus escalones y el número de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores. Y yo si que no tengo cojones a decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna.
Mira que hay tontos enamorados en este mundo.
No me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.
Que te entiedo, que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma. Que razones tenemos todos. Pero yo, muchas más que vosotros.

http://www.youtube.com/user/PattydeFrutos#p/u/5/0cCLPmcVstc
Supongo que no es solo a mi, que a todas nos pasa, crecemos.
Antes me encantaba esa palabra, no sé, crecer. Pero ahora es más bien lo contrario. Y no es que la odie, supongo que es lo que toca. Pero se hace difícil. Dejar de hacer tonterías, y no pensar mucho las cosas para tomar decisiones.
Aun me acuerdo de el cambio de preescolar a primaria. Me pareció tremendo. Dejar los muñecos y la cocinita para sentarme en una mesa con libros a leer y a escribir.
Después tienes prisa por crecer, porque te dejen salir sola, porque te dejen ir de compras con tus amigas, llegar más tarde,...
Y ahora me encantaría rebobinar la cinta, y pararlo en el momento que se calló el primer diente. Porque en ese momento todo era perfecto, porque creía en los cuentos de hadas y príncipes y princesas. Porque creía que si me portaba bien los reyes magos me traerían todo lo que quisiera y que esa noche el Ratoncito Perez se llevaría mi diente y me traería un regalo.